Archive for the 'Consumo cultural' Category

14
Jun
11

El uso de los tiempos en la Sociedad de la atención escasa

Ellos no consumen el tiempo de la misma manera. Para las jóvenes generaciones, el tiempo no significa ni lo usan de la misma manera que las generaciones anteriores. Aunque en apariencia es la relación con la tecnología lo que los diferencia de las generaciones anteriores, lo que más afecta el pacto intergeneracional que cohesionó la relación en el pasado es el uso de los tiempos. Aun más que las formas que adopta la comunicación interpersonal o el consumo de contenidos. Es su relación con el tiempo lo que podría estar en el trasfondo de todos esos cambios, ser el substrato sobre el que germen todos las transformaciones que emergen con cierta estridencia.

La flexibilidad parece modelar gran parte de sus prácticas sociales. Parecería como si los tiempos se ajustaran a las condiciones de una vida sin relojes. Debe ser porque la hora ya no está presente como antes. Es en el bolsillo que se esconde la irreductible realidad temporal, la única verdad inexorable. La hora queda sometida a la invisibilidad, condenada a ser parte de un sistema de “aplicaciones” y “facilidades” que, aunque siempre disponibles, todas ellas compiten entre sí en la pantalla del móvil. El tiempo, el único de entre todos los bienes escasos que el hombre no supo replicar industrialmente, ya no representa lo que representó. Símbolo del único convenio universal que subsistió ala Guerra Fríay a las reglas implacables del mercado, el Tiempo juega a las escondidas.

El Tiempo se ha vuelto una “aplicación” como otras. Es en la pantalla del móvil que, a voluntad, se visualiza numéricamente la hora. Los relojes de pulsera desaparecen. La hora se olvida con más facilidad en el bolsillo. Los relojes mueren de monovalencia, tienden a desestimarse por servir solo a ello. Su mayor debilidad es inaceptable en la actualidad, la de un objeto que solo provee una única información o servicio, en detrimento del cual nacen y florecen otros muchos objetos sin finalidad única, polivalentes, enriquecidos constantemente por funciones antes foráneas, ahora propias. Lo digital se empodera con facilidad de las funciones informativas del mundo analógico, incluyendo obviamente el sistema de información horaria. Como objeto de representación, el reloj desaparece. Protagonista del mínimo sistema de convivencia que le aseguró al Hombre vivir en sociedad con creciente “eficiencia” durante los últimos dos siglos, y objeto de la era industrial, el reloj marca su atardecer.

¡Qué hubiera sido de la revolución industrial sin su mejor aliado! Después de vaciarlo de otros sentidos y de secularizar su visión del pasado y del futuro, convirtió el sistema de tiempos en su más básico instrumento para medir el rendimiento de las máquinas, de las personas y de las organizaciones. Su maquinaria se debilita, su imagen pierde carácter, el poder del reloj languidece. Una lógica dalística lo deja blandengue. Incapaz de erguirse, ya no asusta a nadie. Devenido rastrero, se escapa rumbo al horizonte, símbolo de un régimen empecinado en desaparecer lo más tarde posible.

Cuestiones de (in)seguridad, practicidad y economía lo han condenado a un desplazamiento constante hacia el lugar de los recuerdos. Solo por motivos de moda puede aun observarse como se porta, ni siquiera como se usa. Las megalópolis se han encargado de amplificar el fenómeno y de instituir nuevas excusas bajo la forma de flexibilizaciones crecientes de modo que todos en la jerarquía, casi sin excepción, han adoptado el resultado sin pedir disculpas. El apuramiento de las grandes ciudades se ha encargado de estimular un enfoque por resultados y empujar el reloj, el uso de los tiempos y las mediciones regulares y sistemáticas, al cajón de las antigüedades. Ya no hay horario de entrada ni de salida, ni franjas horarias para almorzar. Importan menos las faltas. Lo verdaderamente importante son los resultados.

En ese contexto, la moneda de intercambio se llama “atención”. Nada es mas escaso que el tiempo. Insumo básico, recurso necesario aunque no suficiente de la “atención” al otro, a lo ajeno, a si mismo, el tiempo condiciona la atención. La atención es escasa porque la percepción que tenemos del tiempo nos apura. El tiempo es la variable crítica sobre la que se ajusta la atención. Siendo el recurso humano imposible de reproducir, toda transacción económica tiene la atención como prerrequisito.[1] Todo intercambio comunicativo tiene la atención como condición intencional y funcional. En eso se funda la interactividad. En un intercambio económico del insumo más humano, más fungible, limitado y temible que el Hombre sin creencias trascendentales tiene. Todas sus relaciones sociales, independientemente de su naturaleza física, presencial, material o virtual, todas se sustentan en la gestión del tiempo de los intercambios, en su duración, su frecuencia, sus interrupciones. Las relaciones entre máquinas no hacen mas que replicar a su semejanza la relación entre personas, un mero intercambio de tiempos. El tiempo que me escucha, el tiempo que lo escucho. La atención que le concedo y la que me retribuye.

La variable tiempo es la que cambia las reglas de juego. El tiempo que disponemos para una actividad en detrimento de otra, de un enunciador en reemplazo de otro, la atención a un mensaje que esconde el anterior, una imagen que opaca otra. La atención se regla al tiempo. Y el tiempo, bajo la ilusión de que la omnipotencia humana acabará superando los límites temporales que conocemos de la vida terrenal, se ha transformado en una construcción social y cultural, económica si se quiere, pero no natural. La pérdida de su caracterización como algo que nos es dado discurre bajo un pensamiento iluminista, que considera el tiempo un valor monetarizable, carente de significación si se le quitara el valor transaccional. Desprovisto de toda carga ideológica, él es la ideología. Si bien el tiempo siempre ha sido resultado de una convención, un mero acto simbólico, ahora se intercambia con la fluidez de los bits. En las intermitencias, el mensaje pierde eficacia por la no depuración. Por la falta de pensamiento distante, el intercambio de tiempos se vuelve acrítico tanto como puede ser carente de significación y pertinencia para las partes.

Sin atención no hay capacidad pragmática, interpretativa. No hay estrategia argumentativa que pueda superar la no atención. Tampoco la hay que pueda superar la atención mínima, la unidad de tiempo en la que puede intercambiarse pedagógicamente dos mensajes. La publicidad ya se encargó de demostrar que la hiperbrevedad tiene sus limitaciones, que la optimización de la eficiencia es posible hasta cierto punto, hasta donde lo inteligible se hace irreductible, aun para las audiencias más sofisticadas y mejor educadas y mejor provistas para la recepción mediatizada.   

El tiempo, prerrequisito de la vida en sociedad, tiende a incrementar su valor en la economía social a medida que se abandona la idea del pensamiento o del ocio vinculado a la contemplación como lugar de ser, sin tener, sin hacer, simplemente estando a la escucha del otro. El tiempo se ha vuelto la pieza de intercambio en toda economía. Más los intercambios se aceleran y se hacen fluidos, más se fragmenta, se valoriza, se intercambia.

Mas se prolonga la esperanza de vida, más vida de esa quiere el humano. Más la vida se prolonga, menos alcanza el tiempo. De nuevo la omnipotencia humana debilita la hipótesis de lo trascendente. Ningún tiempo es suficiente para deborar lo terrenal, para hacer un uso intensivo de lo que nos toca vivir aquí. Es lo único que parece hacernos finalmente iguales. Todos tememos el paso del tiempo por igual.

Lo único que realmente diferencian las generaciones entre sí es la relación que mantienen con el tiempo. Ni la relación con las máquinas, ni con el trabajo, ni con la ciudad o el arte estaría cambiando tanto si la variable tiempo no tuviese el peso relativo que ha alcanzado. Es la relación con el tiempo. Los tiempos sociales eran los principales estructurantes de la vida humana. La humanidad se reconocía en ello. Disponíamos de un orden cultural, un constructo que indicaba el orden de las cosas en una secuencia. Eso es lo que está cambiando. La variable tiempo es la regla que hace equitativo el juego. Cambiar la regla del tiempo, es trastocar las formas y el fondo.


[1] Falkinger, Josef. Limited Attention as a Scarce Resource in Information-Rich Economies. Economic Journal, Vol. 118, No. 532, pp. 1596-1620, October 2008. Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=1270303. Doi:10.1111/j.1468-0297.2008.02182.x.

10
Mar
11

¿El fin o el comienzo de la Cultura 2.0? Un debate inacabado (2)

Existen al menos tres principios básicos que activan las neuronas del imaginario social respecto de los modelos de creatividad, producción y distribución de contenidos: 

  • El principio de neutralidad de la red indica un derecho inalienable de acceso a la red sin importar qué equipamiento, software, conexión o idioma utiliza el usuario para manipular la información, independientemente del tipo y calidad del contenido que consume o comparte. Los servicios de la web, sobre todo los servicios de la denominada cloud computing, sólo pueden desarrollarse si se preserva el acceso al “medio” sin restricciones.

  • El principio de cocreatividad o creatividad compartida posiciona la creatividad colectiva un grado por arriba de los derechos sobre los resultados de la creatividad individual. La puesta en común es un proceso civilizatorio que no puede sino producir ventajas en materia de innovación, lo que parece estar, por otra parte, influyendo decisivamente en las nuevas formas de producción corporativa. Esta espiralización del crecimiento en la producción y distribución de nuevos conocimientos se amplifica en la medida que las personas se apropian de los nuevos lenguajes y formalizan nuevos espacios para descubrir, conocer y compartir.

  • El principio del acceso universal y gratuito a la información identifica “nuevos derechos ciudadanos” no contemplados o subvaluados en anteriores consensos sociales sobre la materia. O, más precisamente, existe una nueva perspectiva que impulsa una creciente adjetivación. Así, la palabra “gratuito” expresa de manera más concreta lo que debe entenderse por derechos ciudadanos de acceso a la información. Más aun, el término “digital” amplifica la incumbencia de los “derechos a la movilidad para todos” poniendo en relieve la fuerte tendencia a la hiperconectividad durante los trayectos (homo mobilis[1]) y en los espacios públicos (wi-fi social). “Movilidad” es, tal vez, el principio con más acepciones, el dominio que más se amplía.

Desde esta perspectiva, las Industrias Culturales van camino a una crisis de magnitud impensable hace sólo dos décadas. Es verdad que siempre han sido objeto de más debates que cualquier otro sistema de la era industrial. Lo que les está ocurriendo ahora no es, en el fondo, diferente a lo que les sucede a las demás instituciones pilares de la era industrial. Las IC están perdiendo poco a poco protagonismo, se debilita la eficiencia que supieron tener en la construcción de estereotipos, categorías y valores en el imaginario colectivo. Abandonan el rol de único prisma. Al igual que el sistema al que perteneció, del que es tan deudor como artífice, el subsistema cultural-mediático navega turbulencias sin que nadie quiera ser el primero en mostrar el camino ni en ceder el paso. En la emergencia, todos claman por sus derechos.

En medio de esta gran confusión, la Cultura 2.0 empieza a orientar los debates. Todos deberíamos haber tomado nota mucho antes de las verdaderas implicancias de este movimiento cultural, social y económico, de lo que hay detrás de esa perspectiva de «apertura» y de los intereses que mueven a unos y otros.  

Algo está claro. Resultará indispensable la construcción de un nuevo pacto de “convivencia” cultural y económica entre todos los actores sociales que participan de ese sistema de derechos y libertades. Comenzando por los autores, siguiendo por los diversos actores que intervienen en la producción y distribución del contenido, y finalizando por los prosumidores, o como se denomine a las personas que consumen compartiendo. Si se lo prefiere, también puede comenzarse a la inversa. O, más aun, puede comenzarse por simular las formas que adquiriría la cadena de valor si en lugar de compensar la creatividad con «10%», se beneficiara a los «originales» con el 25% o el 50% del valor de tapa. Con la digitalización de la cadena de valor del libro y la aparición de los ebooks, es probable que esas cifras, aparentemente inalcanzables en el universo de los átomos, podrían alcanzarse en el univeso de los bits. También puede simularse lo que ocurriría si se perdiese la neutralidad de la red.

En todos los casos, téngase en cuenta que los precios  de venta de los bienes culturales no están al alcance de la mayoría de los jóvenes. Está claro también que para los jóvenes, el estado anterior carece de legitimidad. Para ellos el pacto está caduco. Todo intento es válido durante el proceso de revisión, aun el que poco impacto parece tener. Un ensayo de remediación entre muchos: la Carte Musique en Francia.

Ningún actor social puede predecir lo que implicará a ciencia cierta en un futuro mediato la falta de un pacto económico sobre el desarrollo de la creatividad y la producción y difusión de conocimiento en esta nueva Sociedad. Por el momento, el diálogo está dominado por posiciones sectoriales, intereses ciegos más que prudentes y una puja redistributiva acerca de la libertad, la creatividad y el conocimiento.

Son numerosos los que están convencidos de que el mercantilismo ahoga a la cultura desde hace más de 30 años, mientras que otros afirman que sin industria no habría producción original ni distribución que resulte sustentable. El debate continúa. Alcanzar un nuevo acuerdo demandará más tiempo de lo deseado. Pero ningún esfuerzo en el presente, por más importante que parezca, será en vano. Las consecuencias del no-acuerdo de hoy impactarán gravemente en el futuro de una Sociedad que necesita tanta creatividad como conocimiento distribuidos.

No es sólo ni es en primer lugar una cuestión económica. Es también una cuestión económica. La complejidad del problema proviene de sus raíces culturales. La situación debe estimularnos a revisar los mecanismos de diálogo sobre estos cambios. Todos los actores sociales deben tomar posición, deben ensayar modelos concretos que expresen una voluntad de nuevos consensos prácticos sobre aspectos tan abstractos como fundamentales para la convivencia. Las críticas arreciarán sobre aquellos que lo intenten. Se merecen el respeto de todos, independientemente de sus orígenes. Ojalá alguno de los ensayos abra un espacio de consenso.

Si no es el fin, sino por el contrario el comienzo de algo que llegó para quedarse, nos debemos una reflexión acerca de la cultura 2.0 menos pesimista, menos enfática y mucho más dialógica acerca del futuro de los sistemas de mediación de la democracia, incluyendo en los primeros lugares el sistema educativo y el cultural-mediático.


[1] Amar, Georges. Homo Mobilis. Le nouvel age de la mobilité. FyP. París, 2010.

06
Mar
11

¿Cultura 2.0? Implicancias de un debate inacabado (1)

Existe una preocupación creciente por la neutralidad de Internet. Tim Berners-Lee, a quien se adjudica haber concebido la funcionalidad de la metared tal como la conocemos hoy, publicó recientemente en Scientific American un denso artículo que tituló Long Live the Web: A Call for Continued Open Standards and Neutrality”, criticando las políticas de “castigo” a la piratería en Internet que diversos gobiernos están poniendo en marcha.[1] Su artículo identifica de manera explícita tres casos concretos:

  • En Francia, la Loi favorisant la diffusion et la protection de la création sur Internet” (2009), conocida como Ley Hadopi, permite a la administración pública desconectar durante un año a los hogares desde los cuales algún miembro de la unidad conviviente esté “acusado” de acciones consideradas por la ley como ilegales, como descargado música o vídeo sin autorización o licencia de uso.
  • La Digital Economy Act (abril 2010) del Reino Unido obliga a los ISP (Internet Service Provider) a informar a la administración pública el nombre de los usuarios que hayan sido detectados infringiendo las leyes de propiedad intelectual.
  • La Combating Online Infringement and Counterfeits Act (septiembre de 2010) autoriza a la administración pública a gestionar una “lista negra” de webs que se encuentren en el territorio de EE.UU. o fuera de él, cuyos responsables estén acusados de infringir el copyright de los contenidos.

Entre otros muchos debates actuales, cabe mencionar el que tiene lugar en España alrededor de la ley conocida bajo el nombre de “Ley Sinde”, apellido de la Ministra de Cultura que la propone, fuertemente cuestionada dentro del país y por los foros europeos cuyas posiciones impiden una aplicación serena de la norma.

En su artículo, Bernes-Lee puso el énfasis en tres grandes temas: la neutralidad de la web, el uso ilegal de contenidos en Internet y la violación de los «derechos humanos» en China y en otros países. En esta ocasión, me centraré en los dos primeros.

Para comenzar digamos que, aunque pueda parecer en una primera lectura una crítica al fondo de la cuestión, el artículo pone claramente el acento en las formas que adoptan las políticas gubernamentales sobre el uso “no responsable” o “ilegal” de contenidos y las consecuencias no deseadas. Para él, “desconectar” una persona “acusada” es una forma de privación ilegítima de la libertad. Considera que es indispensable, como siempre, garantizar los derechos individuales: «ninguna persona ni organización debe ser privada de conectarse a otros sin un proceso legal y sin la presunción de inocencia». Ante estas belicosas formas y las consecuencias directas e indirectas, deseadas y no deseadas, vale la pena interrogarse acerca de cuánto éstas afectan la reputación de la democracia, de los gobiernos, de las industrias culturales.

La época que vivimos se caracteriza, entre otros diversos rasgos salientes, por un debate tenso acerca del acceso a la información y los derechos a la privacidad. En ese sentido, dice Berners-Lee: “Governments—totalitarian and democratic alike—are monitoring people’s online habits, endangering important human rights. If we, the Web’s users, allow these and other trends to proceed unchecked, the Web could be broken into fragmented islands. We could lose the freedom to connect with whichever Web sites we want.” Lo que ya había expresado antes, con este artículo queda más evidente.

Si la contundencia de la declaración de Berners-Lee le asombra, puede sorprenderle más saber que no es aislada ni mucho menos. Sobre estas cuestiones, son numerosas las personas influyentes que están dando opiniones parecidas, cuya repercusión mediática, en esta ocasión, no es justamente la que suelen tener sus otros pronunciamientos. Personalidades de tan diversos orígenes y extracciones políticas como Jacques Attali, Enrique Dans o Paul Krugman están levantando la voz. 

La controversia convoca a muchos referentes sociales y culturales que nunca estuvieron en posiciones críticas o incluso militantes y alarmistas.

El debate se exacerba en la intersección, donde se cruzan la voluntad de proteger la propiedad intelectual con la democratización del saber, la creatividad y el uso responsable de las redes, la libertad de expresión y el derecho ciudadano de acceso a la información. Las formas de comunicar, conocer y compartir se relacionan de manera cada vez más disruptiva con las instituciones heredadas de la Sociedad Industrial.

Ante lo que está ocurriendo, es cada vez más necesario aumentar la capacidad de entendimiento, amplificar el abordaje conceptual, aumentar la eficiencia de los mecanismos para distinguir la pluralidad (múltiples voces, múltiples intereses) de intereses. Evidentemente, fácil no es. Debe ser que, a beneficio de muchos, todo se mezcla, mientras aumenta el transformismo (operadoras telefónicas, proveedores de acceso a Internet, Estado, etc.) que invisibiliza los autores intelectuales y no cesa la conflictividad que demora las soluciones verdaderas. Se espetan argumentos superficiales acerca de los derechos de unos y otros, que acomoda algunos en la confusión y a otros en el militantismo de las simplificaciones. En el fondo, el sistema de mediaciones sobre el que se funda la democracia enfrenta lo que podría ser el mayor de los desafíos desde la caída del muro.  

En términos prácticos y resumidos, las tensiones se sitúan en la intersección de la libertad y los derechos para ejercerla. Podría decirse que la “nueva economía”, perdedora con la explosión de la burbuja dotcom de principios de la década pasada, alcanza nuevas fronteras o, al menos algunas de sus premisas básicas, se extremizan y mimetizan bajo nuevos ropajes (2.0) para presentarse en Sociedad. ¿Es la Cultura 2.0 propia de una etapa superior de democracia? ¿Qué principios la rigen y qué consecuencias tiene para la creatividad, las formas de conocer y de participar en la Sociedad del Conocimiento?


[1] Berners-Lee, Tim. “Long Live the Web: A Call for Continued Open Standards and Neutrality.” En Scientific American, diciembre de 2010.

09
Ago
10

el libro a cinco años vista: encuesta de opinión

El futuro de las industrias de contenidos sigue buscando su presente, los protagonistas de hoy capaces de navegar en la incerteza interpretando los escasos mapas provisionales que hay a disposición. Evaluar horizontes a dos, tres o cinco años vista, crear escenarios y elaborar roadmaps nunca ha sido tan riesgoso como ahora. Distinguir entre las mil novedades diarias la tendencia que soportará los avatares por venir, exige métodos prospectivos cada vez más eficientes. En términos de consumo cultural, el problema se amplifica y la visión particular, aislada, propia, es cada vez más miope. Por eso, es necesario acentuar los esfuerzos por entender más allá de los límites de nuestra mirada.

En el marco de una línea de investigación acerca del futuro del libro, realizamos una encuesta de opinión entre editores, distribuidores y libreros [1]. En síntesis, los principales resultados obtenidos son los siguientes:

1. Escenario digital: La posición frente al escenario digital tiende a ser positiva. Sólo 10% respondieron que era “negativa” o “muy negativa”, mientras que los que tienen una posición “positiva” y “muy positiva” representan 45%, un porcentaje igual al que representan los expectantes.

2. Barreras: La principal barrera[2] que los editores enfrentan para desarrollar el negocio del ebook reside en que el fondo editorial no está en condiciones de integrarse a la oferta porque “no está digitalizado” (20%). Uno de cada siete afirma no conocer lo suficiente cómo funciona el negocio digital (14%).

3. Influencia de los ebooks: 4/10 consideran que los ebooks ya influyen o están próximos a influir en su actividad. Entre los que creen que “ya comenzaron” a tener impacto en su actividad, más del 50% considera que la influencia data de al menos 1 año. 

4. Acciones concretas:

a) Frente al nuevo escenario, los editores han pasado de la reflexión a la acción. Las principales acciones que están tomando son la digitalización de los fondos editoriales (15%), la capacitación (14%), el diseño de una estrategia propia (13%), la renegociación de los derechos (digitales) con los autores (12%), la investigación de la opinión de los clientes (11%).

b) 7% está produciendo o comenzando a producir ebooks.

c) 5% está comercializando ebooks a través de una plataforma de terceros (p.e., Amazon.com, Todoebook.com, etc.) y 5% lo hace de manera directa o estaba próximo a hacerlo utilizando una plataforma propia.

5. Qué aportan los ebooks al negocio: 38% respondió que la principal ventaja de los ebooks era llegar a otros públicos y 30% que le permite ampliar la oferta. Sólo 1/4 opinó que no tiene ninguna ventaja para su actividad.

6. Plataformas de comercialización de ebooks: 37% no sabe qué sistema utilizará para comercializar ebooks. 32% lo harían a través de una plataforma propia. En caso de que lo hicieran a través de una plataforma de terceros, sólo 2% pudo precisar cuál sería. Solo 14% afirmó que no venderá eBooks en los próximos dos años.

7. Evolución del mercado de los ebooks: 7/10 opinan que en los próximos años los ebooks representarán entre 10 y 30% de las ventas. Los que opinan que se venderán 90% de libros impresos y 10% en formatos digitales (36%) son casi la misma cantidad (35%) que los que piensan que la distribución será de 70%-30%. 

8. Pricing: Para la mayoría (54%), el precio de los ebooks debe ser al menos 30% inferior al precio del libro impreso. 36% opinó que debe ser entre 20% y 30% inferior. Sólo 17% opinó que debe ser igual al precio de la versión impresa.

9. Soportes de lectura: Los dispositivos móviles (netbooks/notebooks, iPad y similares, ereaders, teléfonos celulares) serán predominantes como soporte de lectura para el 88% de los encuestados. Las netbooks y notebooks son los dispositivos que más se usarán para la lectura de ebooks (36%). La opción menos elegida fue la “computadora de escritorio” (11%). 75% respondió que el precio de los dispositivos dedicados (ereaders) debe ser inferior a los 400 pesos (<100 dólares) para que los consumidores/lectores los compren.

10. Los nuevos jugadores: GoogleEditions tiende a ganar adeptos. Más de 40% de los encuestados dijo que “escuchó hablar de GoogleEditions”. De entre ellos, 54% tiene una opinión positiva. Entre las estrategias de los nuevos jugadores, son las acciones de Google (12%) las que más pueden influir en el negocio, seguidas de lejos por “las estrategias de Apple [iPad + iBookstore análoga a iTunes]” (5%) y de Amazon (4%).

11. Factores de cambio: Para 4/10, el factor que más influirá en la evolución del consumo de libros y en las prácticas de la lectura será “la llegada de nuevas generaciones de lectores más próximas a la lectura digital” (42%), seguido de “la entrega masiva de computadoras entre los alumnos de primaria y secundaria” (19%).

Los resultados detallados pueden ser consultados aquí. Y ante culquier duda, puede escribirme a roberto.igarza@gmail.com.

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[1] Sobre la encuesta

La encuesta se realizó entre editores, distribuidores, libreros e invitados especiales (funcionarios de gobierno, prestadores de servicios) que participaron de las jornadas de profesionales de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2010. El relevamiento se realizó los días 21, 22 y 23 de abril de 2010, es decir, los días antes de la apertura al público en los que la Feria estuvo exclusivamente a disposición de los profesionales para el intercambio de información y el desarrollo de negocios. La muestra, compuesta de 247 respuestas válidas, puede ser considerada representativa del sector en términos globales. La participación relativa de los diferentes subsectores que componen la cadena de valor del libro también puede considerarse representativa si se tiene en cuenta cómo se distribuyen los actores sociales del sector en la Argentina. Los editores representaron 44% del total de los encuestados, los libreros 35% , los distribuidores 18%. Los invitados, los prestadores de servicios y funcionarios públicos representaron 3% del universo encuestado. Casi dos terceras partes de las personas encuestadas pertenecían a organizaciones argentinas (64% nacionales, 3% mixtas o empresas filiales). Para un mayor conocimiento del perfil de las editoriales, se preguntó a los editores encuestados acerca del volumen de la tirada promedio de las novedades en el momento de su lanzamiento. Las editoriales con tiradas promedio inferiores a 3000 ejemplares representaron 61% de los encuestados. La primera minoría la representaban las que tenían una tirada promedio inferior a los 1500 ejemplares (33%), seguida del grupo con tiradas entre 1500 y 3000 ejemplares (28%) y las de 3000 a 5000 (23%). Las editoriales que tiraban entre 5000 y 10.000 ejemplares representaban la misma cantidad (8%) que las editoriales con tiradas superiores a los 10.000 ejemplares.

[2] Podían responder hasta tres opciones entre las que se especificaban.

01
Ago
10

Todo por 1500 rupias: El efecto de la mariposa india sobre la commoditización

Algunos países emergentes han aprendido más rápido que otros acerca de cómo funciona el fenómeno de la commoditización de las tecnologías y sus límites. Tanto China como India, tanto la gran factoría de bienes tangibles como la gran proveedora de servicios, sobre todo, de líneas de código informático, saben mejor que los demás miembros de la comunidad de emergentes cómo funciona el sistema de fijación de precios a nivel mundial y demuestran cada vez más la capacidad para operar sobre esa realidad.

Ambos países han hecho crecer su middle class de manera impensable hace nada más que una década atrás. Aunque el consumo interno actual no les alcanza en lo más mínimo para hacer sostenible a largo plazo su elevada tasa de crecimiento de los últimos años, el mercado local se ha ampliado lo suficiente para dejar entrever qué ocurriría con los precios de ciertos bienes tangibles e intangibles si existiese en esos países una clase media mayoritaria.

Los BRICs, pero sobre todo India y China, experimentan a diario los límites de la commoditización. Cada vez que enfrentan el desafío de hacer masivo lo que solo es popular entre segmentos muy estrechos de su población, expanden con creciente eficacia las fronteras invisibles de la commoditización hasta dónde los precios mínimos de ciertas tecnologías les permiten avanzar.

Los países emergentes, ávidos de responder al reclamo de millones de personas que desean mejorar su calidad de vida y engrosar las filas de consumidores de los países avanzados, asumen que optimizar recursos en materia de difusión masiva de las TICs requiere esfuerzos en cuatro dimensiones:

1)      Introducir inteligencia «propia» en las máquinas, esto es tecnologías blandas, software, que la mayoría sino todos ellos han venido desarrollando para los países desarrollados. No sólo los BRICs, también Argentina, Nueva Zelanda y Paquistán, entre varios otros, son capaces de escribir código informático de alta performance a precios razonables.

2)      Detectar el hardware diseñado en el extranjero que puede ser reemplazado por una fabricación in housing y hasta introducir algo de “inteligencia de diseño” local para optimizar los recursos en función de su mercado y de sus consumidores (ver el modelo de INTEL en los proyectos de netbooks dónde el partner local puede customizar hasta un 49% de la máquina, según los acuerdos). Si bien China es quien más ha evolucionado en sus capacidades para hacerlo, desde que el “design by” trasladó el “made in” por doquier, desde que California le enseñó sus estrategias de creatividad a medio mundo, las capacidades de apropiación de los países emergentes ha superado cualquier expectativa de escenario futuro que podían tener los países más tecnológicamente desarrollados. Es verdad que China solo obtuvo 4 de sus Nobles desde 1957 y que India ganó la mitad de sus ocho premios antes de la independencia y Rusia 4 de los 23 desde que la URSS dejó de existir. De hecho, China registra anualmente apenas la cuarta parte de las patentes que registra Japón y el tercio de lo que registra EE.UU. Sin embargo, las patentes chinas crecieron casi 4 veces en 5 años, camino a tener un 8% del total de las patentes registradas, lo que la posiciona ya por arriba de varios países occidentales, incluso supera la creatividad alemana. Lo cierto es que nadie creía en que, si bien la inteligencia distribuida seguiría teniendo sus centros privilegiados, el mundo concreto se haría tan plano tan rápidamente.

3)      La educación superior y la investigación son dos condiciones básicas sin las cuales es imposible hacer sostenible el crecimiento de las clases media. La transferencia de conocimiento, la percolación de los saberes y la movilidad social están estrechamente relacionados. Si esas condiciones no se cumplen, no habrá ni investigadores para mejorar lo que todos ya saben copiar, ni mano de obra para producir con mayor valor agregado y calidad. 

4)      La matriz cultural «plural y democrática» ejerce un rol dominante entre las formas de convivencia que adoptan las sociedades para alcanzar niveles de cohesión social sustentables. Para muchas sociedades, el resultado de este proceso es, a la vez, cultural, religioso y políticamente disruptivo. Imaginemos este fenómeno en China, India o, aun más cerca, en Brasil. En términos de consumo, el resultado esperable es una clase media en expansión y, con el consecuente mercado local fortalecido, una espiral de los ciclos innovativo-productivos que se retroalimenta y hace que su economía sea sustentable porque es capaz de integrarse en el mercado global competitivamente.

En el promedio de las cuatro dimensiones, India es favorita. Cumple con 10 puntos la primera de ellas porque ya no tiene nada que demostrar acerca de sus capacidades de producir tecnologías blandas. Tiene un excelente promedio en la segunda. Sabe producir «en casa» y a gran escala, agregando valor, agrgando  inteligencia de diseño local. En la tercera, sin liderar, su crecimiento gracias a tres factores: i) los millones de emigrantes inmersos en economías altamente creativas en posiciones de creciente influencia; ii) el vector idiomático como principal puerta de acceso a un conocimiento que se produce y distribuye preferente y masivamente en inglés; iii) una tasa creciente de inversión en infraestructura básica y tecnológica en las escuelas y universidades. Y en cuanto a la cuarta, una matriz socio-cultural plural y políticamente democrática, es evidente que vive un proceso aletargado por milenarias prácticas de segmentación social cuyas fundaciones filosóficas son prácticamente inalcanzables para las capacidades de comprensión occidental, lo que la posiciona en un nivel menos destacado, aunque tampoco desaprueba. ¡Es la mayor democracia del mundo en términos poblacionales! No sabremos nunca qué hubiera ocurrido si antes no hubiese sido colonia. Pero por el momento, su democracia ya cumplió cinco décadas.

Algunos creen que las capacidades de estos países se sustenta todavía en los bajos costos salariales. Según esta línea de pensamiento, que se trate de TICs, cultivos o pantalones, la ecuación evidencia que los salarios son determinantes en su «competitividad». Para otros es necesario asumir que, en materia de tecnologías duras, la incidencia del costo salarial por unidad producida es muy bajo. En mi opinión, en tecnologías blandas, la brecha de competitividad a favor de los emergentes es muy superior. India es desde hace más de tres décadas es el primer exportador (volumen de bits) del mundo de líneas de código informático. En cuanto a bienes tangibles, ya demostró que no es la Alemania comunista de la era soviética produciendo los Trabant, un automóvil barato, contaminante y de paupérrima performance. Es cuestión de ver las versiones actuales de los autos chinos para entender que la evolución que llevó tres décadas a las automotrices japonesas, solo le llevó una a la industria china o coreana, mucho más rápidas y flexibles a la hora de integrarse al mundo que lo fue la japonesa, sin embargo, mucho más avanzada tecnológicamente. Aprender y mejorar es un ciclo iterativo que los emergentes saben cómo optimizar mejor que los demás.

India es ya una gran potencia y, como tal, acomoda su clase media entre las poblaciones que consumen de todo y, especialmente, TICs. Durante 2010, se venderán 62 millones de PCs en India y las proyecciones afirman que las ventas anuales crecerán, al menos, hasta 2013 perforando el techo de los 100 millones al año. En el primer trimestre de 2010 respecto de igual período del año pasado, el crecimiento de ventas de netbooks fue de 72%. Una parte creciente de esa producción es india, la totalidad (100%) es asiática. Asia consume cada vez más exportando cada vez menos royalties. Asia reemplaza fabricación y diseño. Los países de Asia saben que las TICs, en sentido muy amplio, desde la mecatrónica hasta en la bioingeniería, son el motor de su próxima etapa de desarrollo. Las TICs aumentan el valor agregado de sus productos, son las TICs las que aumentan la competitividad de sus empresas, son las TICs las que posicionan sus universidades entre las mejores.

El gobierno de la India ha demostrado que tiene más que una intención acerca de producir bienes que sean asequibles para los segmentos de consumo medio y bajo, como parte de un plan de ensanchamiento de las clases media. El año pasado vimos cómo Tata, el gran conglomerado indio que crece en América Latina a pasos agigantados, era capaz de cumplir con sus promesas. Logró fabricar el vehículo automotor más económico del mundo. El Nano se produce con un precio final de dos mil dólares.  También sabemos que desde hace unos años, el balance global de la prensa gráfica (diarios) solo es positivo si se suman los resultados de la prensa gratuita y la aparición de nuevos títulos y el aumento de la tirada de los periódicos destinados a las clases media de los países emergentes. India va a la cabeza de ese fenómeno fruto, entre otros factores, de vivir bajo un régimen «democrático» que permite el surgimiento de nuevas empresas de medios y de nuevos medios impresos.

El fenómeno del saber-hacer globalizado ya no tiene límites. El teléfono móvil, la tecnología más exitosa de la historia en cuanto a rapidez de penetración social, ha demostrado que es posible pensar de otra forma, desde otro lugar, desde el servicio y no desde la tecnología. Así como el teléfono móvil ya está al alcance de una amplia mayoría de la población mundial, es hora de que las computadoras lleguen a todos o casi todos. La computadora portátil más barata del mundo ha sido diseñada y desarrollada por equipos de investigación de algunas de las principales instituciones universitarias de India. De lejos y de cerca se parece bastante al iPad y a otros ereaders, a los dispositivos que fueron diseñados por Apple, Sony y otros líderes y fabricados en China en millones de ejemplares.

Esta nueva TabletaPC fue diseñada con la mirada puesta en el sector educativo, como parte del programa gubernamental National Mission on Education through ICT (NMEICT), una ambiciosa iniciativa que tiene como objetivo, además, brindar conectividad a 25.000 colleges y 500 universidades y se asocia al National Programme on Technology Enhanced Learning (NPTEL), que reúne 500 sitios y portales educativos para promover el estudio con contenidos digitales. 

Según las fuentes consultadas, India ya invierte varios puntos de su presupuesto anual en educación, porcentaje que para algunos analistas empieza a ser competitivo con los países identificados como líderes en la materia, pero que solo será efectivo si es sostenible a largo plazo. Dos factores son determinantes: el potencial crecimiento sociodemográfico y la paupérrima infraestructura escolar. El primero implica incluir a millones de personas más cada año dado que el crecimiento sociodemográfico es más regulado por condiciones sociales y culturales que políticas, como es el caso de China. El segundo, la infraestructura escolar, se encuentra en un estado de partida francamente bajo: las escuelas primarias con baños comunes dentro del establecimiento es inferior al 70% y los que tienen baños separados (H-M) son apenas poco más de la mitad. Claro que las tasas de mejora son altísimas. Las primarias que tienen baños separados son el doble de hace 5 años. En el mismo período, la tasa de escuelas con acceso a agua potable aumento 10% y ya alcanza el 88%.

La realidad social de la India no cambiará tan rápido como sí puede hacerlo la tasa de penetración de las computadoras en las escuelas. Hoy, menos del 15% de los establecimientos primarios tienen computadoras bajo modalidades muy diferentes, como laboratorios fijos y móviles. Es esperable y probable que esa tasa se duplique en los próximos tres años, esto era el pronóstico antes de la llegada de Sakshat. La tabletPC a 35 dólares! puede cambiar muchas cosas más rápido de lo pensado y, sobre todo, mantener viva la idea de que es posible un salto disruptivo en favor de muchos lo que, finalmente, equivale a decir «en favor de todos».

20
Jul
10

Las librerías lo pueden (casi)todo III

Con la mirada puesta en la transición

¿Hay mucho debate (International Bookselleres Federation, Bruselas, 18/6/2010) y pocas nueces? Es así y es razonable que así estén las cosas. Hay opiniones muy serias y respetables. ¿Quién puede decir cuáles pertenecen a esa categoría?

Hay algunas que es mejor tener en cuenta. Por ejemplo, lo que dicen directivos muy especializados como Ecequiel Leder Kremer, articulistas y pensadores como José Antonio Vázquez u observadores mas lejanos, sistémicos y disruptivos como Carl Shirky.  

El tiempo avanza y el problema para las librerías no cambió demasiado. Al menos es así hasta el momento, aunque Google esté trabajando para que cambie. El “mágico truco” está en sostener la presencia de locales (contacto, proximidad, servicios) asegurando la rentabilidad del negocio mientras los ingresos de la cadena digital crecen y equilibran o mejoran el balance, si pueden. Es que la inversión que debe hacerse en recursos, logística, tecnología, no es para todos, no al menos si no hay ayudas concretas de parte del Estado, un Estado que puede ver en las librerías un eslabón ineluctable que completa la oferta cultural local, anclada en la realidad de las personas.

La integración de tecnologías requiere una inversión que la amplia mayoría no pueden realizar. El catálogo de ebooks no encuentra suficientes proveedores que lo abastezcan con novedades. La logística informática para desarrollar una plataforma de e-commerce puede no ser tan problemática, como sí lo es el delivery físico. El transporte y la entrega de libros impresos requiere una cadena fluida, territorialmente bien implantada, de costos asequibles, que permita cumplir rigurosamente los plazos. Una plataforma concebida como un centro de ocio y entretenimiento, atractiva de forma que sus clientes vuelvan con placer. Ese diseño y ese concepto son caros en estrategias. Son difíciles de sostener los servicios a brindar. Y, sobre todo,  el cambio es culturalmente incómodo y duro de aceptar.

Todo eso no será factible para todos, pero puede serlo para muchos, lo será para algunos. Tal vez, vamos camino a una resegmentación. Sin ánimo de simplificación, con algo de desorden imaginativo y con serias intenciones de provocación (disculpas anticipadas), propongo una imagen de lo que podría ser el ordenamiento de la cadena de distribución física válida para LATAM, a partir de la incursión digital:

i)                    Las grandes cadenas, cada vez menos especializadas (ver el caso de Saraiva en Brasil), cada vez más fusionadas en redes regionales, con decenas o centenas de sucursales, una marca de gran cobertura off line. La cadena digital se integra en una estrategia mayor, un portal de gran retailer, reconfortado por el lugar que ocupa entre Amazon y WallMart. Un megastore, sin sofisticación, masivo, carrito de compra genérico que puede llenarse con los “puntos” que me dio el ticket de ayer que había pagado con el millage acumulado de antes de ayer. El vínculo es de naturaleza “supermercadista”, donde todos los jugadores aceptan las reglas del juego que se proponen.

ii)                   Las cadenas de segundo orden, con algunas sucursales, presencia en los grandes malls y centros comerciales urbanos a cielo abierto, donde las cadenas (no tan) especializadas (i) ya no entran por la competencia con los grandes retailers generalistas. Más capilares. Cadenas de librerías sustentadas en una combinación rara de centro cultural, espacio infantil escenográficamente tematizado y, hasta, ¿por qué no?, una sala de usos múltiples, y alguna presencia de dispositivos de print-on-demand (POD) que permiten dar satisfacción a casi todos los clientes cuidando el metro cuadrado de superficie. Sensibles a explorar y desarrollarse entre las nuevas prácticas sociales, hasta podrían incorporar el “intercambio de libros” entre lectores “miembros del club”. La cadena digital es tan integrada como en la categoría anterior, con más dosis de «digital» en el local, para consumo o bajada in situ. El print-on-demand puede ser manipulado por el usuario, selfmedia, delivery personalizado. La experiencia de usuario está más en el centro de su oferta. La inmersión, el paseo, la compra, todo junto. El delivery digital es central en la plataforma de e-commerce. El catálogo de ebooks es amplio, organizado y fundado en un algoritmo de selling up de alta performance. Capaces de desarrollar comunidades virtuales entorno a un autor y, sobre todo, de promover la comunicación entre fans porque tienen volumen suficiente de contactos y contenido para intervenir. Las promociones y el marketing reinan en su web. El SEO (posicionamiento en los buscadores) y el SEM (publicidad contextualizada) son sus principales fortalezas. El sitio se cruza con facilidad con los sitios de las editoriales.

iii)                 Las librerías de proximidad, con capacidad de personalización en el trato y recomendación de consumo, con ninguna o muy pocas sucursales, ambientadas incómodamente como «a la antigua», breves a recorrer, rápidas porque siempre próximas, localizadas en el entorno de establecimientos de alta intensidad cultural, no en barrios alternativos, sí a mitad de camino entre el chic y el bohemio. Lo digital es lo comunitario, el librero gestiona su(s) comunidad(es) de adeptos. La web no existe sino como catálogo comentado, enriquecido por los tiempos de ocio del librero y de sus fans. No hay POD, ni consolas de videojuegos, ni otra experiencia que la lectura furtiva hiperbreve, previa a la decisión de compra, y un escaso diálogo. ¡Qué parecido a lo que es hoy la realidad de varias de nuestras librerías preferidas!   

iv)                 Librerías de nicho, temáticas, personalizadas al gusto del librero, asociadas con facilidad a una serie o colección o editorial, o una editorial-librería, ambivalencia que supone un juego sutil con los clientes-lectores, consumidores-prosumidores. La web es una plataforma de publicación digital, ideal para el usuario que desea tener su ebook, entre álbum de fotos, videos y bitácora. Un poco autoedición, editorial digital de autores. La web son los servicios de valor agregado, las historias alrededor de las historias creadas por sus fans, una versión de wattpad, las fotos del making off, la relación con el autor, “el” editor. El nicho que tiene representación en los medios sociales, es comunidad y causa en Facebook, es grupo de profesionales en LinkedIn para los libros de negocios, es capacitación en el sitio de una universidad centrada en los posgrados a distancia. La web es un blog, un catálogo de autores.

No puede concebirse una cadena de valor del libro sin librerías. Todas, incluso las más pequeñas, se integrarán de algún modo a la cadena digital. De los aciertos en las modalidades y plazos elegidos dependerá su éxito. Las formas de esa integración serán cada vez más compartidas, dialogadas. No hay agente social que intervenga en la cadena del libro que pueda diseñar un futuro aislado. La cadena está bien integrada y, con las variantes que el tiempo indicará, evolucionará hacia una vida más digital.

En el contexto actual, no adoptar un paradigma de transición apropiado, pensado para cada organización y profesional en particular, es demasiado riesgoso frente a las nuevas prácticas de consumo de contenidos.

16
Jul
10

Las librerías lo pueden (casi)todo [II]

Sin lecciones para sacar   

En la primera parte, analizamos las razones que motivan tanto optimismo de Barnes & Noble respecto del e-commerce. Vimos que existían indicadores objetivos verificables que le daban sustento a esta visión. Ahora bien, ¿quién se atrevería a extrapolar sobre los resultados de un caso tan particular, acerca de hacia dónde va la industria y, en especial, hacia donde va el negocio de las librerías!?

Sin embargo, a partir del caso, podemos analizar algunos elementos genéricos:

  1. Primero, las personas. Con mentalidad amplia y creativa, y actitud emprendedora, el éxito no está asegurado, pero es posible. Mientras que en algunas organizaciones todavía se delibera acerca de cómo hacer “la fusión”, en otras la decisión está tomada y ejecutada, y el proceso queda en manos de líderes que, conociendo el negocio, tienen una visión global y digital del próximo futuro. 
  2. El negocio digital es uno. Se trata de integrar tecnologías duras y blandas apropiadas (en el caso de B&N, principalmente pero no solamente, los Nooks), una masa crítica de ebooks en el catálogo digital, y una oferta de libros impresos que completa la plataforma de e-commerce.
  3. El negocio digital es parte del negocio, no es otro negocio ni tampoco es el negocio. Pensarlo como algo ajeno pudo haber sido efectivo en algún momento, pero ya no lo es. La estrategia no puede estar condicionada a la evolución de unidades separadas. Una cabeza bien formada es condición necesaria pero no suficiente. Es indispensable pensar desde y en función de un todo, conscientes, claro, de que el porcentaje que representa lo digital en todas sus formas no representa más que un porcentaje minoritario del negocio (en B&N representa ya un 10,7% de la facturación trimestral, un crecimiento anualizado de más del 1%). Suponiendo que el negocio digital crezca para todos por igual al ritmo actual de los grandes jugadores, como B&N, haría falta cuatro años para alcanzar un tercio de la facturación total del sector.
11
Jul
10

Las librerías lo pueden (casi)todo [I]

El caso B&N

Barnes & Noble ve un futuro promisorio en el e-commerce. Debe ser que su último año fiscal ha tenido resultados muy positivos.  Las ventas totales se incrementaron 13,5% camino a los U$ 6.000M, pero sin la componente e-commerce no habría habido nada para festejar. Las ventas digitales crecieron 24%, alcanzando un total de U$573M en los que no se discriminan los ingresos por venta de Nooks (ereaders), de libros impresos a través de BN.com y de ebooks, pero las ventas en locales cayeron 4,8%. En el último trimestre (febrero-abril 2010), las ventas de e-commerce crecieron 51% anual (U$141M) mientras que las ventas totales lo hicieron en casi 19% (U$1,32mM) y las ventas en locales disminuyeron un poco más de 3%.

El posicionamiento de B&N en el mercado también es muy alentador. La participación (share) en el mercado digital es mayor que su participación en el mercado de libros impresos. Según el ranking del Internet Retailer Top 500 Guide, B&N ya ocupa la posición 42. Señalemos al pasar que Amazon vende casi el 20% del total de las ventas de los 500 sitios de e-commerce mejor posicionados en ese ranking.

Según Leonard Riggio, chairman de B&N, entre los múltiples factores que colaboraron para este éxito provisional destaca uno: las personas que compran un ereader se transforman en los mejores clientes. Los compradores de Nooks, han comprado 17% más que antes, si se adicionan las compras que hacen de impresos y de ebooks.  Cabe además destacar que, como siempre, los principales agentes del cambio son las personas, quienes toman las buenas o las malas decisiones. Son los consumidores, que están o no están. Los contenidos, el producto y el servicio de valor agregado que lo acompaña. No la tecnología. En marzo, William Lynch, quien era el máximo responsable de su estrategia e-commerce, se transformó en el CEO de la compañía. Con él, asumió nuevas responsabilidades Patricia Arancibia, actual Gerente de Contenidos digitales, cuyo entusiasmo he podido constatar, y que seguramente está teniendo bastante que ver en este asunto.

Después de crecer fuerte durante el año fiscal que terminó el 1º de mayo, B&N pronostica un crecimiento del 75% de la cadena digital para el próximo año, lo que llevaría la facturación del negocio digital a aproximar los U$ 1.000M. Mientras que sus negocios en átomos no tendrán crecimiento o solo lo harán en porcentajes bajos (hasta 3%), las ventas totales se incrementarán de 20% a 25%. Las ventas del último vía e-commerce representaron 10,7% (141/1320) del total de la facturación, contra 9,9% (573/5.800) si se toma el año fiscal en su conjunto. Si las proyecciones se concretan, la facturación digital superaría el 15% de las ventas totales. Con un ritmo de crecimiento tan elevado y sostenido, la facturación digital podría alcanzar el tercio del total en los próximos años.

01
Mar
10

(II) Razones para estar casi seguro de que el libro tiene futuro

Las cosas pueden evolucionar más rápido de lo pensado

Partiendo de que el mercado del ebook es irrelevante, pero reconociendo también que ha surgido un verdadero mercado en EE.UU., que han proliferado nuevos dispositivos digitales de lectura (“atractivos”) y que la oferta de contenidos empieza a ser “abundante”, el informe Zelnik, elaborado por mandato del Ministerio francés de Cultura y Comunicación, sugiere adoptar inmediatamente acciones concretas en el mercado editorial bajo la hipótesis de que “las cosas pueden evolucionar muy rápido”.[1] Aquí debajo propongo una conceptualización propia partiendo de las tres acciones concretas que sugieren los expertos.

a) Precio único de venta

a.1) Quienes poseen los derechos (autores, editores) deben ser quienes fijen el precio de venta de las versiones digitales. Por el momento, entre los distribuidores destacan aquellos cuyo principal negocio no es el libro, en especial, las empresas a base tecnológica. El precio único de venta establecido por los habientederechos es la principal fuente de preservación de la diversidad de la oferta.

a.2) Las políticas de precio único aplicadas al libro impreso deben extenderse al ebook  y reflejarse en la legislación. Esto invalidará directa e indirectamente el concepto jurídico y fiscal que las empresas tecnológicas y operadoras de telecomunicaciones han querido imponer a la distribución de contenidos transformando o incorporando a sus prácticas lo que es la venta de un bien cultural bajo la denominación de “servicio en línea”.

a.3) Toda discriminación fiscal en disfavor del ebook es política y económicamente “insoportable”. Debe prevalecer el principio simple de que toda obra tiene, independientemente del soporte utilizado o la vía de transacción, una identidad y posición fiscal única. En otros términos, a todas las versiones de un mismo libro deben aplicarse las mismas tasas.

a.4) Para evitar que la nueva cadena de valor penalice alguno de los actores, una nueva relación entre editor y autor deberá establecerse. Las prácticas contractuales deberán ajustarse a la nueva realidad para asegurar al autor una remuneración justa por la cesión de los derechos digitales.

b) Una plataforma única de distribución de ebooks

b.1) En principio comprensible por motivos históricos y comerciales, la fragmentación de la oferta en tantas plataformas[2] es un «handicap colosal» para el sector que debe enfrentar enormes costos para construir infraestructuras técnicas pesadas y costosas durante una transición que presenta otros desafíos. Los editores deben organizar la oferta en una plataforma común que les permita almacenarla y darle visibilidad para que los libreros concentren su atención en una única vitrina y puedan jugar el rol de guía del lector que navega “el laberinto de los títulos disponibles”.

b.2) Una plataforma única exige la producción de metadatos comunes y la homogeneización de los formatos.

b.3) Los organismos de gobierno deberían influir con sus políticas la toma de decisión del sector hacia una convergencia técnica y comercial cuyo resultado más evidente sea una plataforma común.

b.4.) Para respetar las reglas de la competencia comercial, puede integrarse un grupo de interés económico («groupement d’intérêt économique») como ya funcionan otros similares en el mundo off line.[3]

c) Invertir masivamente en la digitalización de los libros

c.1) Si la oferta de ebooks es aun reducida, esto se debe a que los costos de la digitalización son elevados. Mientras las políticas públicas fijan los alcances de su intervención respecto de las obras de dominio público, los presupuestos de los organismos especializados[4] deben acrecentar las ayudas a la reconversión digital de los fondos editoriales, participando en una proporción mayoritaria en los esfuerzos de digitalización.[5]

c.2) El financiamiento público puede provenir de la aplicación de tasas de compensación no solo al material reprográfico (reproducción e impresión) sino también a los insumos y materiales extinguibles (bienes de consumo) de esos aparatos, como los cartuchos de tinta.

c.3) La provisión de fondos estatales para acelerar la digitalización podría ser compensado con  el acceso a los ebooks cuya digitalización haya sido subsidiada, en condiciones preferenciales para una utilización educativa de los mismos. Los Ministerios de Educación podrían de ese modo contar rápidamente con contenidos digitales para sus propios planes de digitalización.

Próxima entrada

Razones para estar casi seguro de que el libro tiene futuro III (y fin): De la contrapiratería a la tasa Google


[1] Zelnik, P., Toubon, J. y Cerutti, G. Creation et Internet. Rapport au Ministre. Ministère de la Culture et de la Communication. Enero de 2010. Consultado en http://www.culture.gouv.fr/mcc/Espace-Presse/Dossiers-de-presse/Rapport-Creation-et-Internet el 2 de febrero de 2010. pp. 6-8.

[2] Numilog (Hachette), Harmathèque (L’Harmattan), E-Plateforme (Éditis), Eden-Livres (Flammarion, Gallimard y Le Seuil-La Martinière).

[3] En Francia, existe varias referencias conocidas en el sector: Prisme, para el transporte; Dilicom, para las ordenes de compra; Électre, para los datos.

[4] Por ejemplo, el Centre National du Livre CNL.

[5] En Francia, llegan al 40 o 50% y se propone pasar al 70 u 80%.

27
Feb
10

(I) Razones para estar casi seguro de que el libro tiene futuro

Aprender de los (errores de los) demás siempre es un buen negocio

Los resultados que se detallan en el Digital Music Report 2010 de la IFPI muestran una leve mejoría de la industria respecto de años pasados. Muy tímida y escépticamente, sometidas definitivamente al régimen magro de las mínimas unidades (track) monetarizadas por centavos la pieza, y soportando la concentración de la distribución digital en una pequeña cantidad de nodos hacia dónde los escasos usuarios que desean pagar por los contenidos se dirigen, algunas pocas de entre las pocas novedosas fórmulas de negocios nacidas después del magnicidio comienzan a encaminarse hacia los números positivos. En resumen, nada verdaderamente nuevo que tenga impacto real y global acontece sino es la tardía “racionalidad” de la industria musical que, frente a lo que queda del futuro, ha decidido finalmente avanzar mancomunadamente. Los grandes grupos internacionales de la edición musical decidieron finalmente adoptar una postura común que supera los intereses compartidos por reprimir la piratería y la ilegalidad bajo todas sus formas, y alcanzar una posición sectorial proactiva que tenga un impacto global, en lo social, lo tecnológico y lo cultural. El proyecto Vevo.com (Sony Music Entertainment, Universal Music Group, EMI y Abu Dhabi Media Company) para monetarizar videoclips musicales es la prueba de esta madurez. Tal vez tan involuntaria como tardía, esta posición común busca rescatar lo que queda del mercado de la TV paga, marcar su propio ritmo en el negocio de la telefonía móvil sin caer en la esfera de Apple, Nokia o Verizon, y sin poder alejarse aun de Google que comanda YouTube (Vevo está albergado y desarrollado en forma conjunta con Google), mostrar a los anunciantes una capacidad de convocatoria autonómica, por eso, la entrada se hace por el dominio “Vevo.com” en lugar de construir un canal cuyo portal sea el mismo Youtube. Por el impacto que tienen los cuatro grandes en la producción y edición de música a nivel global, Vevo será una plataforma emblemática del sector, a falta de una plataforma “del” sector, que debió, tal vez, haber sido el primer paso. El esfuerzo de la industria broadcast por posicionar a Hulu en los territorios que otrora fueran de exclusividad para Youtube es tan elevado y lento, que los cuatro grandes de la música entendieron que, para ingresar en el top five de las plataformas de distribución en el mediano plazo, si no lo hacían de la mano de una “tecnológica” el objetivo sería imposible de alcanzar con el estado actual de las cuentas del sector.  

La convalecencia de la industria musical no debe esconder otros muchos nichos de precariedad en el cada vez más convergente mercado de los contenidos. El cine latinoamericano y europeo sigue, en general, abrazado al salvavidas de los subsidios. Hollywood vive en ebullición por la concentración multimillonaria en pocos títulos y una creciente globalización de sus ingresos (Avatar se distribuyó en 17.000 salas de 122 países y recaudó más del 70% fuera de EE.UU.), la reducción del número total de espectadores (en 2009 respecto de 1998, en Argentina hubo igual afluencia de público y en EE.UU. se vendieron menos entradas) y de tickets por film (Avatar vendió menos entradas que Titanic y ni siquiera es una de las 50 películas más vistas de la Historia). Flipa además entre, por un lado, los nuevos negocios de la distribución digitalizada a las salas de exhibición basados en una mejora del ingreso por butaca (un negocio puro de real state) ofreciendo la retransmisión de grandes espectáculos y eventos deportivos internacionales (el 14 de enero de 2010, la ópera Carmen de la Metropolitan Opera de Nueva York se proyectó simultáneamente 850 salas en 31 países) y, por otro, la amplificación de su ventaja competitiva cuando de experiencia inmersiva se trata gracias a la llegada de productos 3D que obligan al usuario a consumirlo en sala evadiéndolo de la tentación pirata. Incluso ya piensa en un negocio dual, como las transmisiones en vivo de grandes encuentros deportivos a salas digitales con proyección 3D. Bollywood, por su parte, bate récord a pesar de la crisis global y busca fronteras para un posible despliegue multicultural a escala global que lo saque de la excentricidad y lo convierta en un líder global de la industria, lo que aun demorará un tiempo. La televisión se abandona a la suerte de los formatos y las latas en países lejanos. Mientras la prensa gráfica no acaba de digerir la fusión de las redacciones ni acaba de probar la rentabilidad de las nuevas combinaciones que entrelazan periodistas y lectores, y mezclan gratuito y pago. Mientras todo eso ocurre a una velocidad que deja obsoleto cualquier método de cálculo conocido, el libro busca su futuro y los editores y libreros se preparan para dar batalla allí donde esta se lleva a cabo: la pantalla. O más precisamente, las pantallas, la tercera (la computadora) y la cuarta (el móvil).

A diferencia de los otros sectores, la industria del libro tiene más de 450 años de experiencia… pero en un mundo que tiende a extinguirse. No cambiarán todo, ni se masificarán como algunos auguran y otros premonizan, pero los nuevos soportes introducirán modificaciones en la forma de acceder al contenido y en el contenido mismo. Este fenómeno que ha afectado tanto a otras industrias de contenidos, le ha reservado a la industria del libro un lugar de privilegio: poder relevar los daños, diagnosticar y actuar en consecuencia. Partiendo de un pasado que lo ha preservado y un presente que le deja estrecho margen para observar, entender y corregir, aunque cada vez, con menos lugar para la creatividad aislada y las propuestas propias, el libro busca su futuro.      

Con la industria broadcast y de la música, la industria del libro comparte los efectos de la concentración de la distribución on line en pocas plataformas, lo que reduce la capacidad de negociar y obtener precios adecuados para sostener la producción profesional, al menos, bajo los parámetros de rentabilidad que tuvo. Como el cine más que como la música, padece la concentración de los ingresos en unos pocos superbestsellers, lo que aumenta los riesgos y la dependencia de algunos autores-marca. De la música, está aprendiendo el peso que tienen la desmaterialización de los soportes y la fragmentación comercial de sus productos en unidades menores. Y con ella, aprende acerca de la movilidad más rápidamente que con la prensa gráfica. Concurrentemente a esta última, apura la búsqueda de modelos duales en los que las fronteras entre lo gratuito y lo pago sean tan suaves que el usuario no perciba cuando deja una zona para introducirse en la otra. Simultáneamente, inventan modelos freemium dónde la publicidad no puede inmiscuirse o no asegura el fondeo del negocio. Aprenden no tan juntos como deberían, los nuevos lenguajes, los nuevos hábitos de lectura y las nuevas formas que adopta la triple relación autor-editor-lectores.

La próxima entrada

Razones para estar casi seguro de que el libro tiene futuro II: Las cosas pueden evolucionar más rápido de lo pensado.




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