«La escuela sigue siendo un lugar de paz », fueron las palabras del Ministro de Educación de Francia que utilizó el diario Parisien como titular de un artículo del 25 de octubre. Luc Chatel ofreció al periódico su mejor versión de los resultados de las encuestas que el ministerio publicó en octubre acerca de la violencia en la Escuela.
El entrecruzamiento de resultados de la «Encuesta de Victimización» (18.000 estudiantes secundarios de 300 establecimientos) del último año y los datos administrativos evidencian que, en Francia:
1. 10% de los 3.220.000 niños y adolescentes de 11 a 15 años escolarizados sufren acoso en la escuela. En términos absolutos, eso representa 322.000 personas.
2. Casi 200.000 alumnos sufren acosos graves. En las escuelas secundarias, se declararon 12,6 incidentes graves cada 1000 alumnos.
3. 200.000 alumnos sufren algún tipo de agresión por robo, a 150.000 les falta algún material escolar y a 600.000 les roban alguna pertenencia personal.
4. Las agresiones se instalan dentro de la escuela. El mito de la agresión “en la puerta”, al exterior de la esfera escolar, se desvanece. La amplísima mayoría de los hechos de agresión sucede puertas adentro.
5. La mayoría de las agresiones es producida por alumnos de mayor edad contra alumnos más jóvenes. En algunos segmentos de edad, eso produce que hasta 20% de los alumnos se sientan inseguros en la escuela.
6. Uno de cada dos establecimientos (52%) han declarado algún tipo de incidente.
7. El grado de exposición a la violencia es muy diferente entre establecimientos. Los incidentes graves han estado concentrados en un porcentaje reducido de escuelas : 10% de los establecimientos mas afectados concentran 58% de los actos violentos informados.
8. La porción de casos de violencia física representan grosso modo un tercio del total.
Después de leer estas cifras en el informe del Ministerio, es difícil concentrarse en los hechos positivos. Podríamos, por ejemplo, señalar que 9/10 alumnos afirma sentirse bien en la escuela y una cantidad próxima declara tener buenas o muy buenas relaciones con sus profesores. ¿Por qué afligirse entonces? No existe acaso una amplia mayoría opacada por hechos minoritarios que erosionan indebidamente la caracterización de la Escuela como “un lugar de paz”? Finalmente, ¿todo no es una cuestión de “grado” o nivel de violencia que la Sociedad admite como “aceptable”?
¿Cuál es su valor límite? ¿Cuál es nuestro valor límite? Las cifras anteriores tienen una envergadura difícil de asumir, sobre todo, para un país como Francia con un modelo propio de Escuela que ha servido como paradigmático para una buena parte de las naciones del mundo. Más allá de algunas mejoras puntuales de un año a otro y aun cuando se perciba en algunas dimensiones, una cierta estabilización, es difícil detenerse en lo positivo cuando lo negativo resalta en todas las pantallas, cuando la agenda mediática se nutre casi a diario de los incidentes mas recónditos, exacerbando el morbo y amplificando el fenómeno local de modo que se transforma en un hecho conmocionante a nivel global con la velocidad de Internet.
Francia ensaya algunas variantes. Desde abril de 2010, el Ministerio de Educación creó Les États Généraux de la Securité à l’École, una suerte de foro, punto de encuentro entre intelectuales y pragmáticos alineados en la búsqueda de nuevos dispositivos de prevención, cooperación y sanción escolar. Del foro, ya surgieron cinco prioridades:
1. Medir la violencia y el clima en los establecimientos escolares: potenciar el sistema SIVIS (Système d’information et de vigilance sur la sécurité scolaire) con nuevos indicadores y entrecruzar sistemáticamente los datos con una encuesta nacional de victimización realizada en partenariado con el Observatoire national de la délinquance.
2. Construir una nueva política de formación de docentes y del conjunto del personal del sistema escolar.
3. Reforzar el plan de seguridad de los establecimientos.
4. Responsabilizar los actores y dotar de sentido a las sanciones escolares.
5. Implementar acciones puntuales en los establecimientos más expuestos a la violencia.
¿Es un modelo a seguir? ¿Existe un modelo a seguir? El modelo francés de educación está en juego en medio de una crisis global que tiende a debilitar mas aun los «modelos conocidos» y los «paradigmas tradicionales», acentuando la idea de que los sistemas de mediaciones de las democracias están fallando más frecuentemente de lo esperado, que sus errores impactan en poblaciones cada vez más extensas y que, esta vez, muchas de esas personas son quienes han aceptado esos sistemas a través del voto popular y democrático como lo hemos sabido concebir desde la Segunda Guerra. La situación requiere espíritu crítico y creativo, ambas cosas simultáneamente. Exige al mismo tiempo, una distancia prudencial frente a los hechos y a las prácticas consideradas muchas veces como “modélicas”, así como una rápida toma de conciencia general respecto del daño que produce la violencia escolar en la Sociedad. Es conveniente explicar, debatir y actuar sobre un fenómeno social y cultural que tiende a instalarse entre las muchas banalizaciones que la Sociedad mayoritaria pero silenciosa digiere diariamente como producto televisivo. ¿Cuánto las violencias repetitivas y concentradas sobre algunas víctimas determinan seriamente sus comportamientos futuros? ¿Cuánto es capaz de resistir la cohesión social fundada en las minorías convertidas en mayoría (suponiendo que no hay una mayoría absoluta entre todas las opiniones posibles en la democracia)? ¿Qué otra violencia produce tanto daño social como la que sucede en la escuela?
Restablecer una convivencia armoniosa entre adultos y niños y adolescentes, entre directivos y docentes, y entre éstos y las familias, es una prioridad entre las prioridades. La escuela es un sistema que replica insistentemente las tensiones aparentes y latentes de la Sociedad. La violencia envuelve hogar y escuela. No puede ser de otra manera.
Me encuentro entre los que descreen que la Escuela haya sido siempre privilegiada con un lugar cómodo entre todos los sistemas de mediación republicana. Mucho menos aun lo ha sido en períodos autocráticos. Por su carácter transformador, enfrenta las fuerzas de la violencia como nunca antes. Hablo, si se quiere, de manera descontextualizada. Hablo de la institución Escuela como institución global en un mundo sumido en una crisis global que la mayoría del 99% no desea y que lo afecta de modo directo o indirecto. Esto implica una incomodidad mayor por parte de la Escuela, responsable de formar ciudadanos en valores capaces de resolver los conflictos humanos en todas sus dimensiones de una manera, sino óptima, la mejor posible. Al fin y al cabo, es tal vez el sistema de mediación de la democracia sobre el cual pesan las mayores expectativas. Su rol transformador destacará en esta ocasión si logra recrear las bases de una convivencia pacífica. Para eso es necesario más que nunca aprender a resolver conflictos, una competencia de las menos divulgadas.
Aunque no haya una opinión fuerte acerca de qué hacer, mientras todas las minorías pretenden dominar las democracias, el resultado es la inacción. La minoría violenta queda sobreexpuesta. Representa un poder fáctico, no es solo una amenaza. Es tan real como el poder institucionalizado en la Escuela. Es verdad que existe esa minoría, tanto como existe una mayoría de minorías incapaz de activarse, de indignarse ante lo que ocurre, diría Stéphane Hessel.
Ante esta gravosa situación, ningún modelo está acabado, pero ninguno de ellos sobrevivirá a las nuevas condiciones sin un desgaste excesivo si no produce un cambio en sus métodos y en las formas que adoptan los intercambios de saberes y experiencias, intramuros y extramuros, así como las formas de cooperación entre los diferentes actores sociales, principalmente entre la escuela y la familia.
Como ninguna acción aislada será suficiente y que es necesario comenzar por algún lugar, son cuatro los emergentes en los que podríamos concentrar nuestra atención:
¿Cuál es el multireferencial teórico, social y cultural capaz de prrservar la reflexión y la acción acerca de la violencia escolar de toda tentación simplificadora?
¿Qué debe modificarse en los sistemas de mediaciones de la democracia ante la espiral de violencia escolar? Principalmente, ¿qué tipo de relación deben mantener el sistema escolar, el sistema político, el sistema jurídico y los medios de comunicación?
¿Cómo (re)construir el pacto educativo familia-escuela? ¿Qué intersección es capaz de contener, a su vez, las expectativas institucionales respecto de la colaboración familiar, y la demanda de la familia acerca del rol de la Escuela y del Estado ante la violencia escolar?
¿Qué caminos adoptar para formar todos los integrantes de la comunidad escolar en la resolución pacífica de conflictos? ¿Qué dispositivos escolares de formación y apoyo a los alumnos y docentes pueden ser mas eficaces?
La primera más epistemológica, las restantes mas comprometedoras. Sin la primera, será dificil entreverarse en diálogos conducentes a detectar las sombras que todo argumento tiene y dar a luz consensos.
Próximo capítulo
Violencia en la escuela (II): El rol de las redes sociales en la espiral de la violencia escolar.